El Papa Francisco, en el ámbito de sus reflexiones sobre la familia, completó el tema de los niños que si bien representan el fruto más bello de la bendición que el Creador ha dato al hombre y a la mujer, muchos de ellos, suelen sufrir auténticas “historias de pasión”.
Francisco invitó a pensar en los hijos no deseados o abandonados, en los niños de la calle, sin educación ni atención sanitaria, en los chicos maltratados, a los que les roban su infancia y su juventud, lo que constituye – dijo – una vergüenza para la sociedad y un grito de dolor dirigido directamente al corazón del Padre. www.news.va
«Pensemos en los hijos no deseados o abandonados, en los niños de la calle, sin educación ni atención sanitaria, en los chicos maltratados, a los que les roban su infancia y su juventud… Es una vergüenza para la sociedad y un grito de dolor dirigido directamente al corazón del Padre».
Mensaje del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
Retomamos hoy las catequesis sobre la familia, hablando de los niños, muchos de los cuales sufren, desgraciadamente, auténticas “historias de pasión”.
Pensemos en los hijos no deseados o abandonados, en los niños de la calle, sin educación ni atención sanitaria, en los chicos maltratados, a los que les roban su infancia y su juventud… Es una vergüenza para la sociedad y un grito de dolor dirigido directamente al corazón del Padre.
Un niño nunca puede ser considerado un error. El error es del mundo de los adultos, del sistema que nosotros hemos construido, que genera bolsas de pobreza y violencia, en las que los más débiles son los más perjudicados. Los niños son responsabilidad de todos: los padres no deberían sentirse solos en su tarea. La estabilidad social y la promoción de la familia, la ausencia de delincuencia y la posibilidad de un trabajo digno… contribuyen, sin duda, a asegurarles un hogar. Tratándose de los niños, ningún sacrificio es demasiado costoso. Entendamos bien esto: Con los niños no se juega.
Podemos estar seguros de que Dios no se olvida de ninguno de sus hijos más pequeños: sus ángeles están viendo continuamente su rostro en el cielo. Jesús los trató con especial predilección, imponiéndoles las manos y bendiciéndolos; además dijo que, de ellos y de los que se hacen como ellos, es el Reino de los cielos. La Iglesia, por su parte, siempre ha transmitido a los niños y a sus familias la bendición del Señor, poniéndose a su servicio con solicitud maternal y defendiendo con decisión sus derechos.
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