Con el debido respeto a los buenos extranjeros que residen y visitan a Medellín y Antioquia, también hay que ver qué tipo de extranjeros están llegando a la ciudad y a los pueblos del departamento. Quiero aclarar que no soy xenofóbico, pero sí preocupa y molesta la siguiente situación.

Por: Alberto Zapata. Las opiniones en esta columna no representa los pensamientos de Solo Paisas y son responsabilidad de su autor.

Mientras como buenos montañeros aún nos vislumbramos con ellos y su llegada, muchos están llegando a raíz del turismo en torno a las drogas y las redes de prostitución, en tanto las autoridades departamentales y locales no ejercen ningún control. Solo hay que mirar los turistas provenientes de todos lados que visitan a nuestros municipios más turísticos: Guatapé, Jardín, Santa Fe de Antioquia. Esos mismos andrajosos que llamamos «mochileros» o «gringos», sin distinción de nacionalidad. Por ejemplo, a Guatapé se lo están «cogiendo de ruana», reitero, no todos.

Además, el turismo generado por este tipo de extranjeros no le deja ingresos al municipio, pues estos no ocupan hotelería, ni consumen alimentos en los restaurantes. Ellos mismos compran o alquilan casas grandes en las afueras del pueblo, donde montan los llamados «hostales», unas disimuladas ollas de vicio de extranjeros, por extranjeros y para extranjeros. Obviamente deben tener sus distribuidores en la zona. En estos hostales, donde no hay ningún control de inmigración y de salubridad por parte de las autoridades, pagan hasta $5000 pesos la noche, duermen todos en un mismo salón (en galerías, como se dice en Antioquia) y comparten el mismo baño (es un baño comunitario. Se imaginan el foco de infecciones y que pueden transmitir a los lugareños, ya que por lo regular estas personas no tienen muy buenos hábitos de higiene). Los que buscan un poco más de comodidad y alimentación pagan un poco más. No más de $15.000 la noche. Los demás preparan sus alimentos en cocinas comunitarias. Los que no pagan siquiera la noche en un hostal solo pernoctan y acampan en las «mangas» de los alrededores del pueblo.

Prácticamente no consumen nada. Como dicen en los pueblos: «Solo gastan agua y chanclas». Pero esto tiene mucho de cierto, pues por lo regular solo se les ve consumir agua y cuando mucho una pieza de pan, empanadas o alguna torta para saciar el hambre. Algunos ya están empezando a practicar una especie de mendicidad en los municipios. Vienen con instrumentos musicales y se ubican en plazoletas y lugares públicos para tocar varias notas y pedir monedas, incluso muchas veces van de lugar en lugar y en los restaurantes o establecimientos públicos pasan por las mesas pidiendo dinero.

Es curioso, pero les gusta más frecuentar los municipios en semana, cuando hay menos turistas en los pueblos. ¿Por qué será? Muchos «mochileros» no generan un turismo positivo para los municipios y la región. Consumen, pero no precisamente lo que se espera. Esto no tiene hasta ahora ningún control, y está cogiendo larga. Son muchos, pero muchos los extranjeros («mochileros») que están llegando a los municipios, y detrás de ellos se están constituyendo plazas de vicios, afectando la tranquilidad y buenas costumbres que aún se conservan en estos, generando actividades ilícitas donde se puede involucrar a sus jóvenes: prostitución y el negocio de las drogas. Por estas mismas razones en los municipios ya no ven a los «extranjeros» con buenos ojos.

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