Se acostumbra en mi familia, como en tantas otras, celebrar las novenas decembrinas. La particularidad es que, como en mi familia son 12 tíos, se celebra cada novena en una casa diferente. También se acostumbra a que cada familia anfitriona de un pequeño discurso al principio de la novena, por lo general diciendo un lugar común detrás de otro, cargados de disculpas, de perdón, de tratar de limar rencillas, mal entendidos, etcétera. Es comprensible que en una familia grande hayan desavenencias y conflictos, y por eso cuando me toca el turno de hablar a mí, trato de ser sincero: «como todos saben yo no creo en Dios, pero si hay algo que nos permita estar a todos juntos, aunque sea una vez al año, vale la pena celebrarlo«.

Y entonces vuelven los familiares que viven en otras ciudades o países, hay ilusión por volver a vernos, nos preocupamos por cómo terminó el año, corren abrazos y besos, los te quiero, los afectos se sienten en el aire, hay unión, la navidad está en casa, esa navidad nostálgica de antaño, dónde se reunían María y José, al rededor del nacimiento, celebrando la formación de la familia.

Y se bebe y se come riquísimo, manjares deliciosos: tamales; natilla, buñuelos y hojuelas; postre blanco con pasas. El 24 sirven un plato frío con pollo y papas, el 25 se hace sancocho. Desde el 27 empieza la marranada, primero arreglando los cortes, al son de mariposas amarillas y saboreando aguardientes. El 31 se come el marrano, el 1 se hace frijolada, el 2 nos vamos de paseo a la playa, el 9 regresábamos, el 10 vamos a ver alumbrados montados en chiva, recorriendo el Área Metropolitana y admiramos la ciudad que coqueta nos entrega unas postales inolvidables. Medellín de colores.

Y hay encuentro con amigos y vecinos, se cierran las calles y se bailan porros y gaitas y cumbias. Se celebra con prudencia pero con excitación, se presentan amores, se intercambian regalos, se abraza a los abuelos. Nos decimos cuanto nos queremos.

Y al final, cuando todo acaba, ansiamos la próxima navidad para resolver nuestros problemas y volver a estar juntos, en familia, felices, dichosos. El año va marcando sus sinsabores, diciembre los resuelve y trae la esperanza de que el próximo año, siempre, será mejor.

 

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Aquellos Diciembres

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