“Mira la esencia, no las apariencias… Que todo entra por los ojos, dicen los superficiales, Pero lo de adentro es lo que vale” (Andrea Echeverri- Aterciopelados. Bogota-Colombia).

Por Monica Chiquito

No voy a hablar del tipo de mujer paisa: exuberante y de extrema belleza, que le quita el aliento a los extranjeros que visitan nuestra ciudad, y que se puede encontrar en cada centímetro del Parque Lleras. Estas mujeres perfectas, que parecen ser el sueño hecho realidad de cualquier hombre, y que le han dado tanta fama a nuestra ciudad.

Mujer Minera de Amaga, Foto © Camilo Barrios

Mujer Minera de Amaga, Foto © Camilo Barrios

Quiero mostrar un tipo diferente de mujer, menos sofisticada y deslumbrante (lo cual no quiere decir que no sean guapas también). Mujeres que son más cercanas al verdadero significado de lo que es ser  “Paisa”. Es necesario abordar este tema desde un punto de vista histórico, desde mi perspectiva y experiencia, pues desde que nací, he vivido entre ellas y he aprendido de todo lo que las rodea.

Para empezar, es necesario recordar que la sociedad tradicional antioqueña es patriarcal. El derecho al voto femenino solo fue reconocido hasta 1954. Afortunadamente, el duro carácter de la mujer paisa ha generado que sean reconocidas en otras aéreas diferentes al hogar. Desde tiempos coloniales el temperamento y liderazgo de la mujer antioqueña ha sido evidenciado en  líderes como la Cacica Agrazaba. La leyenda nos cuenta, que esta valiente mujer de la tribu de los Catíos, lideró un grupo de indígenas en contra del ejército español, pues estos habían capturado y torturado a todos sus hombres. Las mujeres de la tribu, encabezada por la cacica Agrazaba, los liberó, matando a todos los invasores.

La tradicional mujer antioqueña tiene el legado de coraje, inteligencia y persistencia de sus predecesores. Ellas se enfrentan diariamente a la superviviencia: mucho de la fuerza de trabajo en Medellín, son mujeres, madres solteras, quienes por una u otra razón, tienen serias responsabilidades desde que son adolescentes. Muchas de ellas, deben que mantener y cuidar el hogar solas, jugando el rol de padre-madre con completa devoción y determinación, para garantizar el bienestar y el futuro de sus hijos.

En una sociedad donde el patriarcado aún es latente, no se puede esperar un 100% de independencia económica y emocional. Como mujeres crecimos pensando que la mejor manera de vivir era casarse y tener hijos, por lo tanto, el crecimiento laboral y profesional a menudo está orientado a trabajar para el bienestar de la familia, en lugar de lograr metas personales.

Es por eso, que las mujeres antioqueñas hemos puesto más carga sobre nuestros hombros: queremos ser reconocidas como inteligentes y trabajadoras, queremos ser admiradas por nuestra belleza;  queremos ser profesionales exitosas mientras ejercemos como madres dedicadas, que proveemos a nuestros hijos y familias todo el amor y valores que ellos necesitan para su desarrollo. Pero tenemos que admitir, que este deseo femenino de tener un balance en todo, no ha llevado más cerca lograr el equilibrio entre el hogar y el trabajo.

Indígenas Emberas, en urrao. Foto © Camilo Barrios

Indígenas Emberas, en urrao. Foto © Camilo Barrios

No intentamos competir con nuestros hombres y no tenemos problema en reconocerlos como las cabezas de nuestras familias. Sabemos que cada uno tiene un rol diferente, y lo aceptamos con afecto y dedicación. No nos sentimos subyugadas por cuidar de nuestros esposos, pero dejamos en claro que es un acto de amor y no de sumisión. No olviden que somos muy exigentes en términos de respeto y compromiso. El femininismo para nosotros es tener las mismas oportunidades de desarrollo, no anular el role de los hombres en nuestras vidas.

Mujeres como la cacica Agrazaba pueden ser encontradas, no de la zona rosa del Poblado, sino en una de las aceras del Jardín Botánico, donde son homenajeadas con esculturas que representan las 13 mujeres paisas más ilustres de la historia:

Maria Cano, La primera líder revolucionaria de Antioquia; Débora Arango, pintora; Doña Luz Gutierrez Castro, filántropa y política; Javiera Londoño, defensora de los derechos y la educación; las abogadas Rosita Turizo y Bertha Zapata Casas, quienes lucharon por los derechos de la mujer al voto en Colombia y la Madre Laura Montoya, orgullosamente la primera santa colombiana de la iglesia católica.

Visitar la esquina de las mujeres, es una gran oportunidad para locales y visitantes de aprender acerca de las idiosincrasia femenina de las paisas, que ayudó a formar la cultura antioqueña, de la cual estamos tan orgullosos. Obviamente, tenemos que mirar sus acciones en el contexto de su tiempo, cuando era casi imposible que estas invaluables mujeres, dieran un paso fuera del entorno y labores del hogar. Ellas decidieron cambiar los estándares del comportamiento de las mujeres de ese tiempo, gracias al cual podemos disfrutar hoy de su legado.

Escrito para medellinvida.com

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